viernes, 9 de agosto de 2013

La absurda teoría del abrazo.

Al llegar a casa me metí en la cama,
cerré los ojos y apagué la luz.

Comenzaron a encenderse 
todos los colores,
todas esas risas, 
la mirada tímida,
la sonrisa despeinada,
la mano temblorosa.

Porque cuando siento 
me tiembla la mano.
Porque cuando me miras
me tiembla el suelo en los pies.
Y se me nota si flaqueo
porque siempre acabo huyendo por las ramas.

Te expliqué mi absurda teoría
de conexiones,
de personas y abrazos.

Pero no.
Tú abrazas con el alma.

Regalas la sonrisa, sin saber,
que es la más bonita del mundo,
Susurras muy flojito, sin saber,
que tus palabras suenan en voz alta.

Es complicado explicar
que sería incapaz de describir
todo lo que me rodea cuando te veo.

Porque centras toda la atención.
¿Quien quiere ver arte colgado en las paredes 
pudiendo estar mirándote?
Ni la música conseguiría que me pierda una palabra tuya.

Descubrí que si suspiro 
es porque se me olvida respirar de manera constante.
Que si me pierdo por las calles
es porque no importa donde ir cuando ya estás donde quieres.

Tendré en mi memoria el día
en el que cambiaste mi teoría sobre el abrazo.
Me abrazaste y volvieron a venir
todos los colores,
todas esas risas,
la mirada tímida,
la sonrisa despeinada
Y me empezó a temblar la mano.

Hay abrazos que entienden de personas,
que te sonríen y te miran.
Que te visten en medio de una noche.
Al día siguiente despiertas
y te das cuenta
que hay abrazos por los que merece la pena la vida.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario