miércoles, 31 de julio de 2013

El mundo se ha parado hasta que no sonría.

Ella no te mira,
con tan sólo un pestañeo,
dibuja paisajes en tu horizonte
con lo colores más vivos que puedas imaginar.

Ella no levanta la voz.
Con la voz medio acostada
te susurra solo cuatro palabras
y crees haberla estado escuchando toda la vida.

Ella no camina,
pie detrás de pie
va jugando con el suelo,
te arrebata la gravedad y flotarías por seguirla.

Ella no suspira,
respira en voz bajita
y en cada gota de oxígeno 
es capaz de llenarte los pulmones de vida.

Ella no llora,
riega flores con la vista.
Desborda ríos con los párpados 
y con sus pestañas, jardines secos, los llena de vida.

Ella no es recuerdo
de los de sólo una vez en la vida.
Quizás la conoces en un instante cualquiera
y poco tiempo después descubres, que no la olvidarás en la vida.

Ella es todo eso,
y hoy necesita sonrisas.
Si la veis decirle de mi parte,
Que a pesar de cada mueca, de cada gramo de alegría,

El mundo se ha parado hasta que no sonría.

sábado, 20 de julio de 2013

Ve(i)nte.

Esa cama, en la que dormía 
con los pies por fuera
y el vacío por dentro,
día a día va cambiando de cara.

Porque sabe que después del uno 
ya no va el dos.
Porque el calendario
ya no cuenta días.

Mas bien aliña segundos,
uno a uno, con mis ganas.
Enreda horas, una a una,
entre sábanas vacías.

Porque no existe semana que viene,
sino porque somos nosotros
quienes vamos a por ella.

Quienes tropezaremos frente a frente.
Y no sabré
si echarte abrazos por encima
o montarte un pisito
en el centro de uno de ellos.

Aunque sólo de
para un par de suspiros.
Aunque me tenga que quedar
en un instante cualquiera 
de todos tus segundos.

Ve(i)nte.

jueves, 18 de julio de 2013

Veintitrés.

Todo huele a quemado.
Las cenizas de otros suspiros
todavía ondean, volátiles,
por alrededor de la ventana.

Aún se puede notar el aire 
mezclado con mis ganas
amenazando con saltar al vacío.

Y entre tanto llanto suicidado
mi esperanza se afila las uñas.
Mis latidos
juegan a golpear
fuerte contra el pecho.

Para verte llegar.

Veintitrés.

martes, 16 de julio de 2013

Veinticuatro.

Cuando planean sobre mi tejado
los viejos fantasmas,
me doy cuenta que te necesito.
Que sin ti, ya jamás yo.

Que sin suspiros
la vida pasa más lenta.
Y desde que existes
juego con el calendario.

Todo es una cuenta atrás.



lunes, 15 de julio de 2013

Veinticinco.


El ruido que invade la casa 
por cada rendija de las ventanas,
me habla de ti.

Te trae sonriendo. 
Desnuda, pequeña, nocturna.
En cada silencio te abraza a mí.

Como un ángel varado, 
sin rumbo, 
con las alas cortadas.
Pero no por ello menos salvador.
No por ello menos esencial.
Y sólo por ello vital.

Y es que hay un hueco en el sofá
que ya te empieza a recordar.
Cada primer rayo de sol
proyecta las sombras sobre la cama
como queriéndote dibujar.

Me duermo y te sueño.
Despierto y todavía tengo
la huella de tu cabeza marcada,
posada en mi pecho.

Y cada leve brisa,
cada gramo de memoria,
cada instante que se va,
te empuja hacia la profundidad de mis sábanas
y te hace naufragar.

Para quedarte en ellas.
Para que, aquello que noto cada despertar,
sea más que un sueño,
sea nuestra realidad.

Veinticinco.