Las cenizas de otros suspiros
todavía ondean, volátiles,
por alrededor de la ventana.
Aún se puede notar el aire
mezclado con mis ganas
amenazando con saltar al vacío.
Y entre tanto llanto suicidado
mi esperanza se afila las uñas.
Mis latidos
juegan a golpear
fuerte contra el pecho.
Para verte llegar.
Veintitrés.
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