jueves, 18 de julio de 2013

Veintitrés.

Todo huele a quemado.
Las cenizas de otros suspiros
todavía ondean, volátiles,
por alrededor de la ventana.

Aún se puede notar el aire 
mezclado con mis ganas
amenazando con saltar al vacío.

Y entre tanto llanto suicidado
mi esperanza se afila las uñas.
Mis latidos
juegan a golpear
fuerte contra el pecho.

Para verte llegar.

Veintitrés.

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